Nuestro Proyecto Educativo del curso 21-22 dirige su mirada al escenario post-COVID, y se centra en el cuidado de las personas y la atención hacia el mundo con un corazón universal. Esta es la razón que centra nuestra imagen del curso con un “corazón-wifi”. Queremos irradiar nuestra solidaridad a través de una red conectada con todas las realidades de un mundo unido.
Nuestro lema escolar es “Un latido universal; educar con corazón” para intensificar nuestro deseo y compromiso de cercanía y proximidad de nuestro alumnado y familias. Seguimos atentos al compromiso escolar de favorecer el desarrollo y cumplimiento de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) de la Agenda 2030. Nos comprometemos a cuidar el aprendizaje, el detalle, la proximidad, la interioridad y el compromiso con las necesidades más afectadas del mundo.
¡Nuestros corazones laten con señales de conectividad, empatía y universalidad!
Nuestra identidad Mercedaria Misionera de Bérriz, se concreta este curso en el valor de la solidaridad que la entendemos, en Nuestro Proyecto Educativo de Centro, como un Colegio en la que podamos “vivir unidos a las demás personas y grupos humanos sin hacer distinciones, siendo sensibles a sus problemas y necesidades; dispuestos siempre a compartir lo que somos y tenemos para compensar las desigualdades existentes y lograr así una mayor justicia en todo el mundo” (Proyecto Educativo de Centro).
Nos sentimos unidos a todas nuestras misiones MMB en el mundo, y de seamos vivir siguiendo las pistas evangélicas de “que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis…. En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo” (Mt 25, 31).
Y alentados por las palabras de nuestra fundadora, nos sumamos a sus deseos e intuiciones: “merece la pena apasionarse y comprometerse con un proyecto que nos coja la vida, que nos haga sentirnos felices, útiles, vitales… Que nos haga sentir que nuestra vida tiene razón de ser. Que la vida merece la pena ser vivida” (Madre Margarita).
